jueves, 16 de noviembre de 2006

Editorial Noviembre

Uno de los periodos más oscuros de la historia de América Latina fue la década de los setenta. El mundo vivía uno de los puntos más álgidos de la guerra fría y se encontraba dividido en este y oeste, buenos y malos, capitalismo y comunismo. Estados Unidos defendía su ideología en el hemisferio bajo la política de la Seguridad Nacional, y promovió, de distintas maneras, una serie de golpes de Estado en diversas naciones del Cono Sur, de modo que, a inicios de esa década, los gobiernos de al menos seis naciones se convirtieron en dictaduras militares: Brasil, Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina.

En este marco de terrorismo de Estado, de muertos, desaparecidos, perseguidos políticos, presos y torturados, un mexicano sobresalió por su heroísmo y su impecable actuación como embajador de México ante Uruguay: Vicente Muñiz Arroyo.

Licenciado en Economía, fue embajador de México ante el gobierno de Uruguay en la época de los rebeldes tupamaros de ese país, y ocupó elevados puestos en la Secretaria de Industria y Comercio, así como en la de Relaciones Exteriores. Reconocido con cariño por los uruguayos y los asilados en México, Muñiz Arroyo destacó por su defensa de la política de asilo de México en Uruguay y por su gran calidad humana, de la cual dan fe los 500 refugiados uruguayos que llegaron a nuestro país gracias a su industriosa labor.

Muñiz Arroyo será homenajeado este mes por el Instituto Mora, como parte de las labores del proyecto Dictaduras y Asilo: Experiencias en las Embajadas Mexicanas, que han impulsado las doctoras Silvia Dutrénit Bielous, Ana Buriano Castro y Guadalupe Rodríguez de Ita, destacadas investigadoras de la institución. En este sentido, el coloquio México y su Política de Asilo: el Embajador Vicente Muñiz Arroyo en Uruguay constituye un esfuerzo coordinado de las áreas sustantivas del Instituto, así como de la Dirección de Vinculación, en apoyo a las actividades que nuestros investigadores, siempre comprometidos con la excelencia y la calidad de nuestra actividad, realizarán durante el mes de noviembre.

¡Felicitamos a las doctoras Dutrénit, Buriano y Rodríguez por su iniciativa, y les deseamos el mayor de los éxitos en este evento!

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El barrio de San Juan y el Instituto Mora

El martes 19 de septiembre se llevó a cabo la conferencia “El barrio de San Juan y el Instituto Mora”, impartida por la doctora Carmen Collado en el auditorio del Instituto, sede Plaza. A continuación, la trascripción de la misma.

Un jueves 24 de septiembre de 1981, hace exactamente 25 años y dos días, el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora fue creado por decreto presidencial. Este aniversario me invita a compartir con ustedes algunas reflexiones.

¿Qué significó en su circunstancia la apertura de nuestra institución? Para conmemorar nuestro pasado liberal, su progenitor, el secretario de Educación, Fernando Solana, le dio como sede la casa de don Valentín Gómez Farías –el liberal de acción por excelencia– y la bautizó con el nombre del principal ideólogo del liberalismo independiente mexicano: el doctor José María Luis Mora.

Así, el régimen que fundó el Instituto Mora, plasmó en este simbolismo su apropiación de un pasado liberal sin matices. Rendía homenaje a quienes lucharon por separar los intereses de la Iglesia y el Estado, al tiempo que refrendaba el compromiso de los gobiernos posrevolucionarios de impartir educación laica y gratuita, y de financiarla aun en el nivel de posgrado, al cual fue consagrado el Mora desde sus primeros días. Afanes más pragmáticos posiblemente movieron también al licenciado Solana, y al posterior secretario de Educación, Jesús Reyes Heroles: formar los cuadros necesarios para la construcción de una memoria liberal oficial, que sirvieran a la administración pública y a la educación superior, y al mismo tiempo abrir un pequeño polo elitista de docencia e investigación para enfrentar el crecimiento de centros de educación pública superior más grandes en la ciudad de México, donde el sindicalismo independiente había anidado.

Eran los días crepusculares de la bonanza petrolera y del nacionalismo revolucionario hasta en el discurso. También era el crepúsculo del autoritarismo ilustrado, que nos hizo herede¬ros de una de las últimas instituciones creadas por el gobierno federal dispuestas a la formación de recursos humanos espe¬cializados en historia y ciencias sociales y a la investigación en estas disciplinas. Contar con un centro de trabajo y estudio como este es un privilegio que muy pocos países en el mundo tienen. Por ello, quienes formamos parte de esta comunidad –que hoy acoge a cerca de 216 trabajadores y a alrededor de 130 estudiantes, y cuenta con casi 350 egresados– festejamos es¬tos 25 años.

Iniciamos en 1982 con dos maestrías: Sociología Política e Historia de América; en 1983 la docencia fue complementada con la investigación en Historia Regional de México, Historia de América Latina y de los Estados Unidos, además del Archivo de la Palabra, y, en 1984, inauguramos una nueva maestría: Es¬tudios Regionales.

El Mora de hoy cuenta con seis áreas de investigación, en las que conviven sociólogos, politólogos, especialistas en coope¬ración internacional, humanistas e historiadores, y cinco programas de pos¬grado, los cuales forman parte del Padrón Nacional correspondiente. Además forma parte del selecto grupo de Centros Pú¬blicos de Investigación del CONACYT, de la Red de Colegios, y cuenta con 51 investigadores (33 de ellos en el SNI) y con una espléndida biblioteca. Todos y cada uno de ellos son logros de esta comunidad, que nos unen y nos enorgullecen.

Hoy en el Mora convivimos cuatro generaciones de histo¬riadores y científicos sociales que ejercemos la libertad de in¬vestigación. Nacidos en las décadas comprendidas entre 1940 y 1970, tenemos profesionistas nacionales y extranjeros, formados en instituciones mexicanas, latinoamericanas, euro¬peas, estadunidenses, y en el propio Instituto. Esta pluralidad generacional, de formaciones, de experiencias académicas y de nacionalidades es una de nuestras fortalezas. Asimismo, te¬nemos personal de diferentes edades, formaciones, niveles de educación, que laboran como directivos, en las áreas de Bi¬blioteca, Administración, Publicaciones, Servicios Escolares, Vinculación, Difusión, Informática y Servicios Generales, sin cuyo trabajo serio y oportuno no podría funcionar la institu¬ción.

Los directores que han guiado al Instituto a lo largo de estos cinco lustros, cada uno con su propio estilo, han lo¬grado, gracias al trabajo de la comunidad de empleados, admi¬nistrativos e investigadores, ampliar y consolidar el prestigio del Mora. Todos hemos contribuido a que se mantenga vivo, obtenga el presupuesto y los financiamientos externos necesa¬rios para cumplir con sus tareas sustantivas.

Un reconocimiento a la madurez del Instituto y un reflejo de los cambios democráticos en el país lo constituye el hecho de que por primera vez tengamos a un director general de la planta de profesores-investigadores de la institu¬ción.

El trabajo intelectual y de formación de recursos humanos desarrollado en estos 25 años es una obra colectiva en la que cada uno hemos participado desde el ámbito de nuestras dife¬rentes competencias. Este adquiere relevancia porque colabora para que México mantenga una identidad basada en el cono¬cimiento crítico de la historia y su cultura y en las fortalezas y debilidades del presente. Es una invitación para que conti¬nuemos con la creación y difusión de conocimiento útil al país, para que formemos a posgraduados críticos, responsables y con ética profesional, en una colectividad necesitada de cono¬cer sus raíces y de encontrar su lugar en un planeta a la vez más integrado, pero donde priva una distribución muy des¬igual de los recursos y la riqueza. En un mundo en donde los logros materiales y la razón instrumental son puestos por en¬cima de los valores intangibles de las ciencias básicas y la cultura, los cuales son vistos, incluso, como un lujo accesorio y prescindible.

Tal es el reto que enfrenta el Mora en este aniversario: convencer del valor que el conocimiento del pasado y del pre¬sente tiene para la convivencia de una sociedad plural y pro¬fundamente heterogénea como la nuestra. En esta tarea que nos exige trabajar con mayor aplicación estamos comprometi¬dos quienes laboramos y estudiamos aquí, desde hace pocos o muchos años, los que ya son abuelos, los padres y tíos de tra¬bajadores y estudiantes de distintas edades, los que están en plena madurez o quienes se asoman apenas a la vida adulta.


Carmen Collado

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Coloquio México y su Política de Asilo: el Embajador Vicente Muñiz Arroyo en Uruguay

El Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora invita al coloquio México y su Política de Asilo: el Embajador Vicente Muñiz Arroyo en Uruguay, que será coordinado por las doctoras Silvia Druténit Bielous y Ana Buriano Castro. Tendrá lugar los días 7, 8 y 9 de noviembre, a partir de las 18:00 horas, en la sede Madrid del Instituto.

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Presentación del libro La Diputación Provincial de las Provincias Internas de Occidente (Nueva Vizcaya y Occidente). Actas de sesiones, 1821-1823

El Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora invita a la presentación del libro La Diputación Provincial de las Provincias Internas de Occidente (Nueva Vizcaya y Occidente). Actas de sesiones, 1821-1823, del maestro César Navarro. Tendrá lugar el 23 de noviembre, a las 19:00 horas, en el auditorio del Instituto Mora, sede Plaza. El libro será presentado por Cristina Gómez, Laura Suárez de la Torre y Miguel Soto. La presentación será moderada por Graziella Altamirano.

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Diplomado de Evaluación de Impacto de Proyectos y Programas de Cooperación Internacional en México

El Instituto de Investigaciones Dr.José María Luis Mora y la Secretaría de Relaciones Exteriores invitan al diplomado de Evaluación de Impacto de Proyectos y programas de Cooperación Internacional en México. Se llevará a cabo el 21 de noviembre, a partir de las 9:00 horas, en el auditorio del Instituto, sede Plaza.

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Exposición Calaveras o Panteones

El Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora invita a la exposición Calaveras o Panteones, José Guadalupe Posada, que tendrá lugar del seis al 30 de noviembre en el pasillo del auditorio del Instituto, sede Plaza.

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Convenio Centenario y Bicentenario

El 17 de octubre el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, presidente de la Comisión Organizadora para la Conmemoración del 2010: Año del Bicentenario del Inicio del Movimiento de la Independencia Nacional y del Centenario del Inicio de la Revolución Mexicana, sostuvo una reunión con el director general del Instituto Mora, doctor Luis Jáuregui, y con el Comité de Festejos del Centenario y Bicentenario.

El doctor Jáuregui presentó los distintos proyectos institucionales que se desarrollarán con motivo de los aniversarios, entre los cuales destacan las publicaciones referentes a estos dos hechos históricos, la Cátedra Dr. José María Luis Mora y un programa académico, de difusión y divulgación que dará inicio el próximo año.

En la reunión trascendió que el ingeniero Cárdenas ha sostenido reuniones con distintos actores de los sectores público, privado y social, en preparación para la celebración, en la cual, destacó, se espera la participación activa del Instituto Mora, sobre todo en la parte académica.

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Conferencia magistral “Cultura, comunicación y transformaciones sociales en tiempos de globalización”

El Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora realizó la conferencia magistral “Cultura, comunicación y transformaciones sociales en tiempos de globalización”. La conferencia estuvo a cargo del doctor Daniel Matos, y tuvo lugar el martes 24 de octubre, en el auditorio del Instituto, sede Plaza.

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Seminario El Caribe: Visiones Históricas de la Región

El Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora organizó el seminario El Caribe: Visiones Históricas de la Región, que fue coordinado por la doctora Laura Muñoz. Este seminario se llevó a cabo los días 18 y 19 de octubre en la sede Madrid del Instituto.

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Presentación del libro Pancho Villa: la construcción de un mito

El Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, el Instituto Chihuahense de Cultura, la editorial Cuadro por Cuadro y la editorial Océano realizaron la presentación del libro Pancho Villa: la construcción de un mito. Tuvo lugar el miércoles 25 de octubre, en el auditorio del Instituto, sede Plaza. La presentación estuvo a cargo de Guadalupe Villa, José Antonio Rodríguez y Miguel Ángel Berumen, autor del libro.

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Conferencia “La tercera ola de las izquierdas latinoamericanas: entre el populismo y la socialdemocracia”

El Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora llevó a cabo la conferencia “La tercera ola de las izquierdas latinoamericanas: entre el populismo y la socialdemocracia”. Esta conferencia tuvo lugar el jueves 26 de octubre, en el auditorio del Instituto Mora, sede Plaza. Fue impartida por el doctor Jorge Lanzaro, del Instituto de Ciencia Política, Universidad de la República, Uruguay.

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Las calaveras o panteones



La muerte se presenta como un buen amigo o como un compadre con quien nos permitimos gastarnos una broma.

Paul Westheim

Una de las tradiciones mexicanas en peligro de extinción son las calaveras antiguamente llamadas panteones. Se trata de composiciones en verso en las cuales se ironizan características de personas más o menos conocidas, especialmente aquellas que destacan en el medio político, cultural y artístico. Son una especie de epitafio chusco que narra la "muerte" de tales personajes.

Esta forma de escritura satírica se desarrolló en el siglo xix y se publicaba generalmente en hojas volantes como parte de la celebración del Día de Difuntos, aunque también las encontramos en periódicos y revistas. Al cobrar fuerza comenzaron a ser censuradas por los gobiernos en turno, debido a que una gran cantidad sirvió como crítica a los encumbrados políticos, pues en ellas se manifestaba la inconformidad que imperaba entre los gobernados. La policía llegó a confiscar o a destruir muchas de estas, por lo que no es fácil encontrarlas en las hemerotecas.

La inclusión de imágenes en las calaveras se dio a partir de los años ochenta del siglo xix por el grabador Manuel Manilla, quien, junto con José Guadalupe Posada, desarrolló un género de obras gráficas dedicadas a la muerte, pero no como culto, sino como satírica compañera de los humanos en el inframundo. Ambos tomaron de la “danza macabra” europea su aspecto irónico, se burlaron de aquellos que se jactaban de su poder, su rango, su riqueza; de los falsos valores de este mundo que irremediablemente desaparecen con la muerte, la que “jala parejo” a todos en su momento.

Las calaveras se convirtieron en una expresión llena de humorismo sarcástico para mitigar las penas y tribulaciones del pueblo, haciendo una parodia de la muerte y al mismo tiempo una parodia de la vida.

Ma. Esther Pérez Salas C.

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La fotografía y la revolución mexicana

El surgimiento de la violencia revolucionaria en 1910 terminó con el sueño de perpetuidad del gobierno porfiriano. Los fotógrafos salieron a las calles a registrar los nuevos hechos y acontecimientos, enfrentando retos técnicos y tareas cada vez más complejas. El panorama típico del régimen y su retórica tradicional, que abarcaba inauguraciones oficiales, fiestas de caridad, actos cívicos y notas de la “alta sociedad” fueron desplazados en forma vertiginosa por nuevos escenarios caracterizados por combates sangrientos, luchas y escaramuzas, así como largas filas de familias cargando sus pertenencias y huyendo a sitios menos inseguros. En su huida a veces se confundían con grupos de soldados que cruzaban las calles. Nuevos actores sociales, procedentes en su mayoría de los grupos populares, que antes habían aparecido bajo el sesgo de la mirada costumbrista, etnográfica o criminológica, ocuparon el centro de atención de las cámaras con un protagonismo y una vitalidad inédita hasta entonces. Se trataba de un México mayoritariamente campesino, retratado por fotógrafos con una mirada urbana moderna, fogueada en la prensa comercial y mercantil que se desarrolló en México en el último cuarto del siglo xix. Muchas de estas fotografías, alejadas de los ideales pictorialistas, con sus encuadres arriesgados o mostrando alguno de sus planos desenfocados, fueron recuperadas años más tarde desde perspectivas más vanguardistas y releídas como parte del proceso fundador de un fotoperiodismo moderno en México.

La primera revolución social del siglo xx fue amplia y profusamente fotografiada por fotógrafos aficionados y profesionales, que divulgaron sus imágenes en tarjetas postales, álbumes familiares, periódicos y revistas ilustradas. Varios factores contribuyeron a ello: el carácter caótico y confuso del propio conflicto, complicado con la participación de nuevos grupos y facciones a medida que avanzaba el proceso; la intervención de decenas de fotógrafos extranjeros, particularmente estadunidense, que llamaron la atención de la opinión pública de aquel país en torno a los hechos violentos que estaban ocurriendo en su frontera sur; las nuevas condiciones tecnológicas de la prensa y las revistas ilustradas y, finalmente, la aparición de nuevas organizaciones gremiales de profesionales de la lente y de agencias fotográficas, que multiplicaron los puntos de vista y cubrieron cotidianamente los distintos frentes de guerra.

Los dos episodios más fotografiados de la revolución por parte de las revistas ilustradas capitalinas fueron la llamada Decena Trágica, episodio golpista ejecutado por el general Victoriano Huerta en contubernio con Henry Lane Wilson, embajador de Estados Unidos, que terminó con el asesinato del presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez en la ciudad de México, en febrero de 1913, y la invasión estadunidense al puerto de Veracruz en abril de 1914.

El primer acontecimiento marcó la memoria colectiva de los habitantes de la ciudad de México de una manera brutal. Por primera y única vez la población capitalina sufrió los estragos de la violencia revolucionaria, las enfermedades y la hambruna en forma directa, durante los 10 días terribles que duró el episodio del golpe militar contra Madero.

La intervención de la armada estadunidense en el puerto de Veracruz, por órdenes del presidente Woodrow Wilson, en el mes de mayo de 1914, intervención que fue rechazada –lo mismo por el gobierno federal que por las distintas facciones rebeldes– encabezadas en aquellos momentos por el general Carranza, atrajo aún más los reflectores de la prensa nacional e internacional sobre el territorio mexicano.

La tarjeta postal contribuyó también a difundir una cierta visión de la revolución mexicana. El fenómeno comenzó en la frontera norte, cuando decenas de fotógrafos y curiosos del lado estadunidense comenzaron a interesarse por los acontecimientos violentos ocurridos del otro lado del río Bravo, y captaron distintas escenas de los hechos bélicos, desde batallas y escaramuzas entre federales y rebeldes hasta algunas ejecuciones y fusilamientos. La batalla de Agua Prieta, Sonora, ocurrida en abril de 1911, fue presenciada por ciudadanos estadunidenses cómodamente instalados en los techos de sus casas; observaban los hechos con sus binoculares, en Douglas, Arizona. Lo mismo sucedió en San Diego, donde algunas personas alquilaron tarimas para que los observadores estadunidenses pudieran presenciar cómodamente la toma de la ciudad de Tijuana por grupos magonistas. En este estado de cosas, no pasaría mucho tiempo para que diversos fotógrafos profesionales y aficionados registraran imágenes violentas que comenzaron a venderse en serie a un vasto público ávido de noticias en las ciudades fronterizas de ambos países, como han mostrado Vanderwood y Samponaro en su notable trabajo Los rostros de la batalla, publicado hace algunos años por Conaculta.

La invasión estadunidense al puerto de Veracruz reanimó el negocio unos años más tarde, aprovechando el enorme interés que los sucesos despertaron en la opinión pública de ambos países. Sin embargo, el episodio que desencadenó el mayor auge en la venta de las tarjetas postales con motivos revolucionarios fue el asalto de algunas fuerzas rebeldes bajo las órdenes del general Francisco Villa al poblado estadunidense de Columbus, Nuevo México, el 9 de marzo de 1916. Como resultado de esta acción murieron 17 soldados y civiles estadunidenses, lo que desató un gran escándalo en la opinión pública y provocó el desplazamiento inusitado de 200 000 miembros de la Guardia y soldados regulares estadunidenses instalados a todo lo largo de la frontera, así como la incursión de algunos miles de soldados en territorio mexicano para perseguir a Villa en el estado de Chihuahua, en el suceso conocido como la “expedición punitiva” a cargo del general Pershing.

La mayor parte del contingente estadunidense nunca entró en combate, pero el episodio sirvió para poner a prueba a las fuerzas armadas de aquel país y preparar su entrada a la gran guerra. La prolongada estancia de los soldados en la frontera también provocó la venta de decenas de miles de tarjetas postales que los impacientes militares mandaron a sus familias y conocidos mientras esperaban la orden de avanzar hacia el sur. Dichas tarjetas mostraban las vistas más diversas; abarcaron lo mismo el adiestramiento estratégico de la tropa que supuestas escenas de combate diseñadas por el fotógrafo para impresionar a los amigos del soldado convertido en prócer para la ocasión y, sobre todo, una gran variedad de “tipos” populares mexicanos.

Estas imágenes, acompañadas de distintos testimonios escritos dirigidos por los soldados a sus familiares y amigos, constituyen un documento antropológico invaluable para acercarse a las actitudes y los puntos de vista de este sector, y conocer su visión en torno a las clases populares mexicanas. En términos generales, dichas postales, con sus comentarios al calce, proporcionan al investigador actual una verdadera radiografía del racismo tal y como era concebido por un cierto sector de la población estadunidense a principios del siglo xx, en una coyuntura no muy distinta de la de los tiempos actuales, también dominada por sentimientos de temor y de patrioterismo.


Alberto del Castillo Troncoso

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Calaveras

Calavera para los policías

Por las noches la Ciriaca el Mora rondaba,
y a los policías el ojo les echaba,
pues ni uno ni otro trabajaba;
¡pobre calaca! a lo tonto se desvelaba.
Siempre los encontraba dormidos y cuando no,
medio pen... sativos.
Ciriaca quería vigilancia para el panteón,
pero Víctor y José no eran la mejor opción,
ellos lo que quieren es cuidar el portón.
No portan armas y es peligroso el panteón,
ya que a todos dejan hasta sin calzón.

Miguel Ángel Jurado Ayala



Carlitos Arellano

Carlos Arellano, señores,
estiró la pata ayer.
Todos le llevamos flores,
y lo vinimos a ver.
Desconsolada está Elo,
pues sin jefe se quedó.
Se lo llevó la parca,
derechito y al panteón.

Gabriela Trejo

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Sugerencia: Jack el Destripador: cartas desde el infierno

Jack el Destripador: cartas desde el infierno, S. P. Evans y K. Skinner, México, Editorial Jaguar.

Querido jefe: mi cuchillo es tan bonito y tan afilado que quiero ponerme a trabajar ahora mismo si tengo la oportunidad. ¡Buena suerte! Sinceramente suyo, Jack el Destripador. Si el mundo ha conocido un icono del horror, este es Jack el Destripador. Por primera vez se han reunido en un libro todas y cada una de las cartas que afirman haber sido escritas por el asesino, incluida la espeluznante carta dirigida al presidente del Comité de Vigilancia, junto con un trozo de riñón humano. Los autores Stewart P. Evans y Keith Skinner han sido los primeros en leer y examinar toda la correspondencia de los asesinatos de Whitechapel, y en este valioso libro se reproducen y transcriben todas las cartas del más famoso asesino de todos los tiempos.

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Sugerencia: Nuevos cuentos de los mitos de Cthulhu

Nuevos cuentos de los mitos de Cthulhu
Varios autores, Editorial Cartone, 2003.

Los cerca de 60 relatos de horror que escribió H. P. Lovecraft en su corta vida le dieron una nueva dimensión a la literatura de terror, la cual ya no sería la misma después de él. Lovecraft logró trascender el horror puramente humano de diablos, brujas y vampiros, e intuyó una realidad oculta, cósmica, terrorífica, y apenas descriptible: imaginó un espantoso panteón de deidades, los “Primordiales” o “Grandes Antiguos”, con el dios ciego e idiota Azatoth a la cabeza (“una ruina amorfa de absoluta confusión que blasfema y babea en el centro del infinito”), Yog-Sothoth, Nyarlathotep –el Caos reptante–, Cthulhu –el morador de las profundidades acuáticas–, y una alucinante caterva de alimañas descarnadas, demacrados nocturnos, entidades sobrehumanas que pueblan un cosmos amoral, despiadado e indiferente al insignificante destino del hombre: el horror abarcaba todo el universo, visible e invisible. Poco a poco, amigos y escritores afines fueron agregando deidades y sistematizando esta espeluznante cáfila conocida como los mitos de Cthulhu: Clark Asthon Smith, escritor californiano amigo de Lovecraft, incluyó a Tsathoggua y a Attach-Nacha; Frank Belknap Long, a los Perros de Tíndalos; Henry Kuttner, a Nygotha; Derleth, a Cthugha, etc. La presente selección, Nuevos cuentos de los mitos de Cthulhu, incluye las aportaciones hechas a los “mitos” por una segunda generación de escritores de terror, entre los que se encuentran Ramsey Campbell, responsable de la antología, Brian Lumley y Stephen King, además del propio Lovecraft y Frank Belknap Long. “Son cuentos, los aquí recopilados, en los que se percibe claramente la definición más querida por Lovecraft de los mitos: un resplandor de algo tan inmenso como pueda describirse, aun siendo de origen desconocido”, como explica Campbell en el prólogo a esta edición.

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Reportaje: La hacienda de Chinameca

Entre numerosos cañaverales emerge la última hacienda construida durante el porfiriato: la hacienda de Chinameca, en el estado de Morelos.

El edificio que hoy conocemos de la hacienda de Chinameca fue mandado construir en 1906. El proyecto estuvo a cargo de León Salinas, quien venía de terminar las obras de un ramal del ferrocarril interoceánico México-Puebla.

Lo primero que hizo fue la construcción de la casa habitación y las bodegas, así como las bases para la instalación de la fábrica y la chimenea. Don León aseguraba que la comisión de trasladar las rayas de los trabajadores se la dio al mismo Emiliano Zapata, quien las traía desde Cuautla, y que a pesar de que nunca supo cómo lo hacía, jamás le faltó un solo centavo. Nunca se enteró de qué caminos tomaba para su seguridad, pero el dinero siempre estuvo a tiempo. A finales de 1906, por el ramal de ferrocarril que iba desde Huichila hasta Chinameca, llegaron las más modernas maquinarias de la época para la producción de azúcar.

Desde 1909, con la llegada de Pablo Escandón al gobierno de Morelos, también hacendado y miembro del partido de los científicos, se llevó a cabo una política de opresión y consolidación del régimen hacendario. El "me vendes o le compro a tu viuda" fue una táctica corriente para despojar de sus tierras a los campesinos.

La política de Emiliano Zapata, en 1911, era lograr la reforma agraria; no consistía en expropiar las haciendas. De hecho dio facilidades para que haciendas como la de Chinameca terminaran su zafra, pues tenía la esperanza de que Madero hiciera justicia a los hombres del campo.

En 1912 los revolucionarios opinaban que los gastos de guerra los debían pagar los hacendados, por lo cual fijaron un impuesto semanal a las haciendas y enviaron circulares a sus propietarios donde los amenazaban con quemar los cañales si no pagaban. A finales de 1918 Venustiano Carranza mandó 3 000 hombres a combatir a Zapata. Las tropas sureñas, después de continuas luchas que duraron nueve años, se encontraban sin parque y desgastadas. A principios de 1919, en la ciudad de Cuautla, Pablo González, jefe de las fuerzas carrancistas, mandó combatir a Zapata. Como parte de su estrategia urdió el plan de capturarlo utilizando al capitán Jesús Guajardo, uno de los militares de la división de oriente.

Fingiendo que se afiliaba a las tropas de Zapata, Guajardo ofreció al general 20 000 cartuchos; luego de tramar algunos ataques en los que murieron varios carrancistas, a fin de convencer a Zapata, se entrevistó con él y le obsequió un caballo llamado el As de oros, para después citarlo en Chinameca.

La mañana del 10 de abril de 1919, Zapata y su escolta, todos a caballo, se situaron en un lugar llamado Piedra Encimada, desde donde veían la hacienda de Chinameca. Era un jueves como cualquier otro. Una mujer le había dicho a Zapata que se trataba de una trampa, pero éste descendió para hablar con Guajardo. La conversación fue interrumpida a la voz de "¡Vienen los federales!"

Zapata ordenó a Guajardo que defendiera la hacienda y organizó varias patrullas. Como no había señales del enemigo, dejó centinelas y regresó a la hacienda; ahí Guajardo lo invitó a comer a las dos de la tarde, y Zapata, montando el alazán que acaban de regalarle, entró a la hacienda acompañado sólo de 10 hombres.

La guardia estaba formada para hacer honores, pero en cuanto cruzó el dintel, el clarín tocó tres veces la llamada de honor y de inmediato, a quemarropa, le vaciaron dos veces la carga. Zapata cayó para no levantarse más. En esta trampa murió también su ayudante Palacios y otros dos escoltas de Zapata.

Actualmente, en el antiguo portón donde se consumó este hecho se yergue una bella escultura del Caudillo del Sur. También se puede visitar lo que fue la casa habitación, las oficinas, las bodegas, la enorme chimenea al pie de la cual están los hornos, y un modesto museo que muestra importantes fotografías y documentos relacionados con la muerte del general.

El pueblo de Chinameca es apacible; frente a la histórica hacienda se encuentra una pequeña alameda con un bello quiosco al centro. Los lugareños, como sus antepasados, se dedican al cultivo de la caña y el maíz, principalmente.

Algunos ancianos todavía recuerdan ese trágico 10 de abril de 1919, y se muestran orgullosos de la herencia que les legó el general Zapata.

Si usted decide visitar Chinameca no deje de ir a Anenecuilco, donde se encuentra la que fuera la casa de Zapata y un bello mural alusivo a los ideales del Caudillo del Sur.

Para llegar a Chinameca

Saliendo de la ciudad de Cuernavaca por la autopista número 138 se llega a Yautepec. Ahí se toma la carretera estatal número 2. Poco antes de llegar a Tlaltizapán, desvíate por la carretera estatal número 9, en el kilómetro 20 se encuentra la hacienda de Chinameca, que se distingue por su inconfundible chimenea de ladrillo con la inscripción “Tierra y Libertad”.

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Novedades en Biblioteca

1. Tratados celebrados por México 1823-2005 [recurso electrónico], México, Cámara de Senadores, Secretaría de Relaciones Exteriores, Universidad de Colima, 2006. 1 disco compacto.

2. Expresiones culturales y de género, Ute Seydel, et al., México, COLMEX, Programa Interdisciplinario de la Mujer, 2006.

3. Del Moncada a Chiapas: historia de la lucha armada en América Latina, Daniel Pereyra, Madrid, Los Libros de la Catarata,1997.

4. Ciberdemocracia: ensayo sobre filosofía política, Pierre Lévy, Javier Palacio (trad.), Barcelona, Editorial UOC, 2002.

5. Educación ambiental para el desarrollo sostenible, Fernando Kramer, Madrid, Los Libros de la Catarata/Edupaz, 2003.

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Más vendidos: Instiuto Mora

1. Fiestas cívicas históricas en la ciudad de México, 1765-1823

María José Garrido Asperó




2. Historia de la historiografía contemporánea (de 1968 a nuestros días)

Luis Gerardo Morales Moreno

3. Los nobles ante la muerte; actitudes, ceremonias y memorias (1750-1850)

Verónica Zárate Toscano

4. Las instituciones de gobierno y la élite local, Aguascalientes del siglo xvii

Beatriz Rojas

5. Geografía e historia del Distrito Federal

Antonio García Cubas

6. Representaciones sociales y análisis de datos

Willen Doice, et al.

7. Política, casas y fiestas en el entorno urbano del Distrito Federal, siglos xviii-xix

Verónica Zárate Toscano

8. Xochimilco ayer i

Juan Manuel Pérez Cevallos

9. A la orilla del agua, política, urbanización y medio ambiente; historia de Xochimilco en el siglo xx

María Eugenia Terrones López (coord.)

10. Provincias internas de occidente (Nueva Vizcaya y Durango)

César Navarro Gallegos

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Más vendidos: otras instituciones

1. El salto de minerva; intelectuales, género y Estado en América Latina
Mabel Moraña y María Rosario Olivera-Williams
Iberoamericana

2. Obedecer, servir y resistir; la educación de las mujeres en la historia mexicana
María Eugenia Adelina Arredondo
Miguel Ángel Porrúa

3. Seguridad nacional en México
José Luis Piñeiro
UAM-Azcapotzalco

4. Las mujeres en la legislación mexicana. Tomos I y II
Patricia Olamendi Torres
Miguel Ángel Porrúa

5. Afroméxico
Ben Vinson III y Bobby Vaughn
FCE

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Festejados del Mes

2 Araceli Díaz Fortis

Baldonino Mercado

9 Leticia Calderón

10 Aramara Ibarra

12 Yolanda Martínez

13 Patricia Fernández

14 Edith Chávez

Patricia Pardo

19 Germán Mejía

23 Guadalupe Hernández

24 Salvador Acosta

25 Alejandro Monsiváis

Guadalupe Serna

26 Graciela Muñoz

27 Araceli Leal

28 Laura Baza

30 Ana Lilia Meléndez

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El Pregonero

Por medio de Enlace extendemos una felicitación a Magdaleno Azotla, jefe del Departamento de Servicio al Público de la Biblioteca, quien obtuvo su título de maestría en Bibliotecología.

Agradecemos a nuestra compañera Estrella García Tosco, del Taller de encuadernación, por haber realizado el montaje de la ofrenda para conmemorar el día de muertos, en la sede Plaza del Instituto.

Nos unimos a la pena que embarga a la doctora Enriqueta Quiroz por el sensible fallecimiento de su madre, Yolanda Muñoz Pérez, acaecido en el mes de octubre. De igual manera, nos unimos a la pena que embarga a la doctora Laura Muñoz Mata por el sensible fallecimiento de su hermano, Carlos Muñoz Mata, acaecido el pasado 16 de octubre.

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