Sugerencias Literarias: 300 días en Afganistan
300 días en Afganistán
Natalia Aguirre Zimerman, Editorial Anagrama.
“En abril de 2003 llegó a la redacción de El Malpensante en Bogotá un manuscrito de unas 100 hojas". Así empieza, con el prólogo del editor colombiano Andrés Hoyos, esta apasionante crónica compuesta por una compilación de los correos electrónicos que Natalia Aguirre Zimerman –ginecóloga enviada por Médicos Sin Fronteras a Afganistán desde septiembre de 2002 a julio de 2003– escribió a sus parientes y amigos durante su estancia de casi 300 días en ese país. Como dice Hoyos, Afganistán es un país que los colombianos, y me atrevo a asegurar que también los españoles y el resto de latinoamericanos, conocemos sobre todo a través del punto de vista bélico y maniqueo del periodismo americano. Sin embargo, gracias a estas páginas, escritas con una prosa clara, sencilla, espontánea y sin artificios, pero con la dosis adecuada de humor negro y con la única intención de comunicarnos sus observaciones personales, la autora consigue acercarnos a una visión de Afganistán muy distinta de la que nos tienen acostumbrados las informaciones sesgadas que nos llegan a través de los medios de comunicación.
Natalia Aguirre Zimerman, Editorial Anagrama.
“En abril de 2003 llegó a la redacción de El Malpensante en Bogotá un manuscrito de unas 100 hojas". Así empieza, con el prólogo del editor colombiano Andrés Hoyos, esta apasionante crónica compuesta por una compilación de los correos electrónicos que Natalia Aguirre Zimerman –ginecóloga enviada por Médicos Sin Fronteras a Afganistán desde septiembre de 2002 a julio de 2003– escribió a sus parientes y amigos durante su estancia de casi 300 días en ese país. Como dice Hoyos, Afganistán es un país que los colombianos, y me atrevo a asegurar que también los españoles y el resto de latinoamericanos, conocemos sobre todo a través del punto de vista bélico y maniqueo del periodismo americano. Sin embargo, gracias a estas páginas, escritas con una prosa clara, sencilla, espontánea y sin artificios, pero con la dosis adecuada de humor negro y con la única intención de comunicarnos sus observaciones personales, la autora consigue acercarnos a una visión de Afganistán muy distinta de la que nos tienen acostumbrados las informaciones sesgadas que nos llegan a través de los medios de comunicación.
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